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BAFICI: La virgen de la tosquera (Laura Casabé, 2025)

You say you’re angry as me ,i see

You say you’re sorry i dare you to be

The girl that you thought is not what i am

I just want your love, your company

Fascination- Proper Filthy Nation

La llegada de una adaptación cinematográfica de los cuentos de Mariana Enríquez era solo cuestión de tiempo. Cualquiera que se haya sumergido en su obra entiende cuán seductoras pueden ser sus historias para ser llevadas a la pantalla grande.

”La Virgen de la Tosquera” (2025), basada en el cuento homónimo y en ”El Carrito”, ambos incluidos en el libro ”Los Peligros de Fumar en la Cama” es la primera transposición al cine de sus cuentos y es más argentina que el dulce de leche. La dirige Laura Casabé —responsable de la inquietante “Los que vuelven” (2019) y de la subvalorada “La valija de Benavidez” (2016)— con guión de Benjamín Naishtat (“El movimiento” (2015), “Rojo” (2018))

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“La Virgen de la Tosquera”, reciente ganadora de la Competencia Argentina en la 26ª edición del BAFICI, se sitúa en el verano de 2001 en el barrio de Ituzaingó, en plena crisis económica. Natalia (Dolores Oliverio, una revelación actoral para tener en cuenta en el futuro), una adolescente que acaba de volver con sus amigas de su viaje de egresados, está obsesionada con Diego (Agustín Sosa), un chico un poco mayor. Todas intentan llamar su atención, hasta que aparece Silvia (Fernanda Echevarría), una treintañera que viene a complicar las cosas. Una maldición que cae sobre el barrio y algunos rituales heredados de su abuela llevan a Natalia a hacer lo que sea necesario para lograr su objetivo.

La literatura de Enríquez tiene matices provocadores y una identidad muy marcada, y quizá por eso su obra conecta tan bien con el cine. La transposición de Naishtat desde el guión, junto con la dirección de Casabé, recoge esas sutilezas con precisión, y las potencia en un trabajo consagratorio. Es un coming of age, pero en medio de la turbiedad, la mugre, la crisis social y los saqueos. Si a “Carrie” de Stephen King le quitamos sus poderes telequinéticos, nos queda un retrato terrorífico del bullying escolar en los suburbios de Estados Unidos. En cambio, Natalia es una adolescente con miedos, contradicciones y hormonas al rojo vivo, despertando sexualmente en el país de los cacerolazos, la represión, los cinco presidentes en una semana, los saqueos y la desesperanza económica.

Natalia es la “Carrie” de Ituzaingó: con ICQ, jeans nacionales e importados, billetes de 100 pesos con la cara de Roca escondidos en una lata de galletitas, y amas de casa esperando ansiosas el llamado de Susana Giménez. Dentro del retrato de su despertar sexual está, inevitablemente, la pérdida de la inocencia, y —por qué no— el nacimiento de una bruja. La bondad queda atrás cuando la joven se enfrenta al fracaso del amor y su crueldad. Así, Natalia descubre su lado más oscuro, se descubre bruja y se venga de todo aquel que atente contra su felicidad. Por primera vez llora, pero una sonrisa macabra se dibuja en su interior como carta de presentación para el futuro que le espera.

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“La Virgen de la Tosquera” aparece en la Competencia Argentina del BAFICI en medio de un panorama desolador para el cine nacional. Con un INCAA desmantelado por políticas que cercenan la producción audiovisual, cada proyección se vuelve un acto político de resistencia. Las salas llenas y la expectativa del público contradicen cualquier discurso oficial que menosprecie al cine argentino. ¿Qué nos espera el año próximo si durante 2025 no sé subsidió ni un solo proyecto y la producción cayó de 172 a 74 películas en solo un año entre 2023 y 2024 según el Colectivo de Cineastas? No lo sabemos.

En este contexto, la nueva película de Laura Casabé puede ser ese soplo de oxígeno que necesita el cine argentino para demostrar, en el único lenguaje que la dirigencia política parece entender —los números—, que importa. Habrá que salir a defenderlo con uñas y dientes. Y si la cosa se pone fea, siempre podemos recurrir a los poderes de Natalia para proteger aquello que nos da felicidad, pero sobre todo, lo que nos da identidad.

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