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Kevin de Vries en Punta Carrasco: Pará, bailá conmigo y respirá (sí podés)

El DJ alemán, Kevin De Vries, se presentó ante ocho mil personas este sábado en Punta Carrasco. Así se vivió la fecha a las orillas del Río de la Plata.

VOS ME VAS A MATAR ESTA NOCHE

Izquierda, derecha, izquierda, derecha. Cross, permiso, cross, perdón. Son las doce y media de la noche, ya no se puede caminar bien. Las colas son interminables, el baño y las aguas son moneda corriente. Emiliano Demarco está tocando. El DJ argentino es el encargado de dejar todo a punto caramelo para cuando salga Kevin de Vries a tocar.

Cada tanto pasa una mini correntada que te baja al presente entre los cuerpos que se mueven al compás. Demarco fusiona el techno melódico y house progresivo muy bien. Uno, dos, ahí va, rápido. El zig-zag del público te lleva, “¿Es acaso esto poner el cuerpo cómo lo haría Hunter S Thompson?”, capaz, pero no estamos ni cerca a la totalidad de eso… de fondo suena el remix de “Fabulaciones” junto a Peces Raros, las luces rojas y el fuego led, confirman que el infierno está encantador.

Cintura, giro de cadera y algo así como la guardia en alto. Los tracks de Emiliano son rápidos, picados y bien pensados -cómo lo hizo Trikk la semana pasada-. Durante tres horas, la sinergia del trabajo de Emiliano, logró su cometido.

PARÁ, MÍ AMOR, ESTA ESTÁ MUY SHANGAI

Luces apagadas. El manijeo está más impaciente que nunca. Kevin de Vries viene de tocar en La Fábrica de Córdoba junto a ARMINA. El boca en boca comentó que tocó una versión del tema de Emilia con GORDO. Tres luces blancas marcan la salida del DJ alemán a la cabina. Las ocho mil personas que lo esperan comienzan a agitarse. Abanicos al ruedo y a seguir.

La última vez que de Vries visitó Argentina fue en mayo del año pasado. Humo, rondas de amigos, luces violentísimas. Kevin, con un look propio de Bizarrap -gorra negra y campera deportiva haciendo juego-, sabe como mover a su audiencia. Las pulsaciones van rápido y el groove del techno melódico acompañan.

Su set, de cuatro horas, pinchó casi todo su repertorio. Bailá conmigo, “¿eso es un sampler de Sandstorm?”. Pará, eso sí es un remix de Justin Timberlake. Hay una parte de mí que lucha por encontrar la correntada de aire puro. Los cuerpos están más pegados pero se mueven como olas.

Ahora, Kevin de Vries, sólo tiene una remera de la selección. La del Diego, la azul del 94, que está a tono con las luces que cruzan como rayos lásers. Una pausa para aplausos y a seguir. Izquierda, derecha, izquierda, derecha. Comparado al año pasado, está claro que esta noche de llovizna, lo llevó al camino de inmortalidad de Mandarine Park.

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