
RESEÑA: MISION IMPOSIBLE: LA SENTENCIA FINAL (2025)

Después del fenómeno de Top Gun: Maverick (2022) en la taquilla mundial, Steven Spielberg se acercó a Tom Cruise en una entrega de premios y le dijo: “Salvaste la exhibición en salas”. Y no exageraba. Desde la pandemia, el actor se ha convertido en una especie de salvavidas para la industria cinematográfica, en una época donde el consumo de películas desde casa gana cada vez más terreno. Cruise es un defensor acérrimo del cine como experiencia colectiva, y hace películas que merecen (y necesitan) ser disfrutadas en la pantalla grande.
Misión Imposible: La sentencia final (2025), octava entrega de la saga dirigida por Christopher McQuarrie, es la continuación directa de Misión Imposible: Sentencia mortal (2023). Ethan Hunt y su equipo siguen en la carrera contrarreloj para detener a “La Entidad”, una inteligencia artificial dispuesta a acabar con el mundo. Pero, seamos honestos: ¿importa la sinopsis? Para nada. Lo importante es que Tom Cruise vuelve a arriesgar el pellejo —literalmente— en escenas de acción que quitan el aliento, mientras los espectadores agradecen con pochoclos en mano que este actor aún siga entregándolo todo.
Como en toda gran aventura de espionaje —piénsese en James Bond o en las anteriores Misión Imposible—, los diálogos explicativos se olvidan rápidamente cuando Cruise decide colgarse de una avioneta y te deja (como en las entregas anteriores) sin aliento durante la última media hora de metraje, donde averiguaremos si puede o no cumplir su misión.
Ahora bien, esta entrega incorpora una dosis inesperada de política e intriga de escritorio. Quienes esperen solo acción sin pausa se toparán con negociaciones, dilemas éticos y un poco más de reflexión. El montaje, además, subraya —a veces con insistencia— ciertos aspectos de la trama, e incluso se permite momentos de homenaje a la saga, recuperando fragmentos de películas anteriores.
Pero en el fondo, Misión Imposible: La sentencia final es exactamente lo que promete: una excusa ideal para volver al cine y disfrutar de la alegría que solo puede provocar una película como esta. Mientras Tom Cruise exista, esa butaca seguirá siendo un lugar para el asombro y la felicidad.

Redactor de Zonasyc. Comunicador cinéfilo. A veces, intento ser cineasta.