
Wish, la legitimacion de subjetividades y la monarquía ilustrada según Disney
Hablar de Disney es hablar de una de las fábricas culturales más influyentes de la modernidad. A lo largo de los años, la compañía no solo ha producido películas, series y merchandising, sino también subjetividades. En sus relatos -aparentemente ingenuos- se despliegan lógicas que moldean formas de ver el mundo, afectividades y vínculos sociales.
Disney no narra cuentos: establece marcos de referencia. Es una usina de sentido común global, que naturaliza valores y jerarquías mientras se presenta como entretenimiento imparcial y abstraído del mundo.
WISH, EL DESEO Y EL SENTIDO COMÚN
En este marco, «Wish» (Disney, 2023), es una película que, bajo la apariencia de un relato clásico de princesas, propone un discurso que habilita varias lecturas. Si bien la cinta logra, en algunos tramos, cierta ternura visual y emocional, también presenta problemas en distintos niveles: moral, espiritual y argumental.
Desde lo moral, la película puede ser leída como una crítica, aunque aparentemente involuntaria, a una forma de poder que se presenta como desinteresada pero que, en el fondo, reproduce una lógica paternalista. El rey Magnífico, que acumula los deseos del pueblo para «protegerlos», representa la típica figura del iluminado que, con discursos de bien común, terminó expropiando la voluntad popular.
Sin embargo, no es un tirano clásico, sino alguien que administra el deseo ajeno con la legitimidad que le da su «mérito» y la delegación popular en su figura basado en la creación del nuevo estado por propia pulsión de Magnífico. El problema no radica en mostrar los abusos de poder, sino en sugerir que cualquier forma de representación popular está destinada a corromperse por el solo hecho de ocupar un lugar de autoridad.
Es paradójico pensar lo cuidadoso que son cada vez que hablan de monarquías dejando en claro la bondad del rey tradicional -normalmente condicionado por la maldad de una reina, bruja o figura femenina de su preferencia-. El único rey sin condicionantes ajenos para la perspectiva de Disney es el único rey cuasi democratico.

Ojo, esto no es una exculpación a Magnífico -quien su cuestionabilidad está descrita en el primer párrafo-, pero sí una crítica a los valores que Disney pregona.
A través de Asha, propone lo virtuoso como el deseo individual, sin mediaciones ni instancias comunitarias. Con la única excepción del abuelo cuyo sueño tiene en parte dejar un legado, pero reflejado en la práctica únicamente con él tocando la guitarra, pareciera proponer un fin teñido de un individualismo de tono liberal, dejando al margen cualquier reflexión sobre lo político como espacio de construcción conjunta y solidaria.
¿Hacen una revolución? sí, pero sin modificar el status quo, la monarquía, ni ningún factor de relevancia.
En el plano espiritual, ”Wish” posiciona al deseo como la esencia más pura del ser. Según esta postura, desear es -en sí mismo- lo más noble que una persona puede hacer. Este enfoque entra en tensión directa con sistemas de pensamiento como el budismo , que entienden al deseo (tanha) como la raíz del sufrimiento humano. Donde el budismo propone desapego, conciencia y equilibrio, Wish refuerza la idea de que lo importante es querer algo con fuerza, y que eso debería ser suficiente para justificarlo todo.
Cualquier estudiante de artes audiovisuales o guión sabe que cualquier narrativa necesita un desarrollo más o menos orgánico. No tiene que ser verosímil la historia en términos lógicos, pero sí respetar un lineamiento de organicidad respecto al mundo planteado.
Desde lo argumental , la película opta por resolver sus conflictos de forma poco convincente. Los crecimientos de los personajes son abruptos y las decisiones de la protagonista se ven recompensadas con una facilidad que debilita cualquier tensión dramática. El relato parece construido más para confirmar su triunfo que para desafiarlo verdaderamente.
“Wish” no es una película completamente carente de matices. Uno de los elementos más interesantes es el personaje de Simon, un amigo de Asha que, alienado por el sistema, termina traicionando sus propios principios. Su arco narrativo ofrece un contrapunto interno a la idea de obedecer ciegamente al poder, e incluso a uno mismo, cuando eso implica dañar a los demás. Aunque no es novedoso, este tipo de tensiones aporta una complejidad que permite leer la película desde distintas capas.
DISNEY COMO FÁBRICA DE SUBJETIVIDADES
Este tipo de discursos no son nuevos en Disney, ni tampoco es el caso más resonante de mensajes ideológicos marcados en historias que se venden como neutras. Sin embargo, en una sociedad que buena parte de la juventud pregona la antipolítica, parece reactivo el mensaje que ofrecen algunas de sus cintas.
Disney una y otra vez busca posicionarse como el bien sobre el mal. Para eso cambia detalles estéticos, pero se encarga de dejar en claro -una y otra vez- su alineamiento.
