
RESEÑA: Menem (2 primeros capítulos)
El día de la fecha (9 de julio) llega a la plataforma de prime video la polémica miniserie basada en la vida de MENEM. Y llego tan polémica, como un uno a uno en los 90s.
Menem es una miniserie biográfica de seis episodios creada por Mariano Varela y dirigida por Ariel Winograd, con Leonardo Sbaraglia interpretando a Carlos Menem. Narra desde sus inicios en La Rioja, su ascenso en las internas del PJ, hasta los primeros años de su presidencia, ambientada en los turbulentos años 90 en Argentina.
Inicialmente se destaca por su tono satírico y humorístico, sin caer en la caricatura ridícula, y por abordar con liviandad una figura que marcó profundamente la historia del país.

Episodio 1 – “De La Rioja a la interna”
El primer episodio se centra en el triunfo inesperado de Menem en la interna del Partido Justicialista de 1988, venciendo a Antonio Cafiero. La miniserie introduce a Olegario Salas, un fotógrafo de La Rioja que se une a la campaña con visión crítica pero necesitado de oportunidades. Se recrea la esencia de la década, con estética ochentosa y un humor de tono burlón. Sbaraglia logra una compenetración notable con Menem, con acento, gestos y maquillaje impecables.

Episodio 2 – “Presidencia y promesas”
El capítulo avanza hacia el arranque de la presidencia en medio de una crisis económica e hiperinflación. Se muestra a Menem desplegando su carisma, manejando a la audiencia y su entorno político. Aparecen personajes clave como su esposa Zulema (Griselda Siciliani), su círculo de campaña, y su equipo técnico–Política, propaganda, primeras promesas de estabilización económica con sabor a convertibilidad.

Opinión Personal
Actuaciones: Leonardo Sbaraglia encarna a Menem con convicción y presencia. Su evolución de payador a estadista disfrazado es convincente. Juan Minujín aporta frescura como Olegario, contrapunto moral y narrativo clave. Griselda Siciliani consigue combinaciones acertadas de comedia y drama en un papel complejo.
Tono y estilo: El humor es la gran fortaleza de los dos primeros episodios; funcionan como crítica implícita al narco‑populismo menemista, sin cargar tintes ideológicos. La estética de época y el uso de recurso narrativo “voz en cámara” logran empatía y claridad histórica.
Narrativa y ritmo: Aunque el humor es efectivo, las licencias ficcionales —como el personaje inventado Olegario— ayudan a conectar al público moderno, pero pueden restar profundidad histórica. El ritmo es dinámico, aunque a veces se siente superficial: temas profundos (pobreza, desempleo) quedan apenas esbozados.
Conclusión inicial: Muy entretenida y con sello propio. Es un retrato de la época y del carisma porouso de Menem, ideal para espectadores que disfrutan del drama político con humor. Como introducción funciona: invita a adentrarse más en el personaje y en los escándalos que vendrán.

