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«Ecos de un Crimen»: prisioneros de un bucle sin salida

La séptima película de Cristian Bernard, luego de su breve paso por las salas argentinas, desembarcó en HBO Max. ¿Su intención? Estar a la altura de lo que el Streaming pretende de sus producciones: gran calidad de fotografía, actuaciones sólidas y una historia con matices que merezca la pena contar.

Por lo tanto, a lo largo de estas líneas me gustaría que me acompañen a realizar un recorrido sobre aquellos puntos relevantes, que convierten a todo Thriller en un éxito… o lo condenan al olvido.

¿De qué va la historia?

El relato nos presenta al prestigioso Julián Lemar (Diego Peretti), un escritor de Best Sellers, famoso por haber creado una colección de novelas literarias de crímenes, conocidas como «La Saga de El Escorpión». La construcción de su personaje se traduce en la de un «Stephen King argentino», y tal como al escritor estadounidense, pretenden que sus novelas se adapten próximamente a efectos del cine.

Sin embargo, Julián se encuentra en medio de un bloqueo creativo debido a diversos problemas anímicos y al stress. Para combatirlo y recobrar la inspiración que su saga de asesinatos requiere, se instala junto a su esposa (Julieta Cardinali), su hija y su bebé en una casona ubicada junto a un bosque, cerca de un lago.

El primer vistazo del metraje nos devuelve una fotografía ambientada en un lugar soñado, compuesta por personas exitosas; victoria incluso alcanzada por Julián quien se jacta de hacer convertido a su tragedia personal en algo mas, utilizando a su cruel personaje para exorcizar traumas de su infancia.

Paraíso Perdido

Esta envidiable postal se ve fraguada por una implacable tormenta que deja incomunicada a la familia, para luego atenuarse aun mas ante la llegada de una joven (Carla Quevedo) pidiendo auxilio tras escapar de su marido (Diego Cremonesi), a quien acusa de haber asesinado recientemente a su bebé.

A partir de esta inquietante aparición, Julián será testigo del asesinato de su familia en manos de esta pareja de criminales. Así es que emprenderá un viaje comandado por su propia mente, víctima de un bucle temporal que lo deposita una y otra vez en el momento previo a que se desate el caos.

En virtud de cambiar su destino, el novelista empleará distintos caminos y estrategias que le otorguen la victoria, iniciando una lucha incesante contra su verdugo, quien poco a poco irá dando indicios de su identidad, supuesta clave para que Julián logre cortar con este bucle.

¿Por qué verla?

Uno de los puntos positivos que destaco del film de Cristian Bernard es la correcta incorporación de recursos propios del Thriller, ubicados de manera prudente, donde el espectador deberá hilvanar lentamente la forma de conectar la historia en función de los detalles que el director irá entregando.

Como ya hemos mencionado, el personaje de Julián está pensado a la imagen de Stephen King, y por tanto, la historia incorpora pinceladas literarias que portan el sello del autor de Carrie (1974), El Resplandor (1976) o It (1986), y que cualquier ferviente lector sabrá valorar.

Pero sin duda, es gracias a la performance de su elenco que este clima de tensión e incomodidad constante es posible. Los involucrados ocultan mucho mas de lo que dicen. Será a partir de detalles propios del lenguaje no verbal que el director nos irá dando indicios del origen del caos que sus personajes portan.

Lo que menos me convenció.

El sello de HBO se encuentra presente de punta a punta: sobre todo la fotografía y sonido de la película es impecable. Pero considero que la forma en que decide explorar un genero tan usado como es el Thriller, le quita algo de frescura y sorpresa para la audiencia.

Ecos de un Crimen tiene pretensiones de elevar su relato al terreno psicológico, lo cual inicialmente consigue con éxito. Sin embargo al final esta acción se cancela, dándole rienda a una decisión mas conservadora o «esperable» dentro del género.

La resolución del tercer acto no es predecible, pero hay que reconocer que esta llega abruptamente y el film claudica una vez que la verdad se revela. El resultado es una foto final para nada complaciente (sobre todo para Julián), colmada de claridad, pero con ninguna solución en cuanto al destino de sus personajes.

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