¿Por qué lo incomprensible es tan atractivo? Eso es Bergman
Su fatalismo existencial y experimental es tan tácito como implícito e incomprensible. Cada vez más,conozco sus obras y cada vez vuelo, pese a sentirme tan ínfimo en su vida y bosquejo.
No escribo más que para demostrar mi devoción ante este glorioso pionero del impresionismo en el cine y sus notas simbólicas a cada instante en sus películas. Sus códigos catastróficos generalmente son penas pasadas. Llegué a mis 24 años mediante la inducción de su mente. Y obvio que hablo en sentido figurado, además, difícilmente comprenda algún sello de toda su carga metafórica hoy, con sólo un puñado de sus películas en mi haber. Sin embargo, leo con suficiente periodicidad acerca de Ernst Ingmar Bergman y en consonancia con sus ideas, me propone plantearme todo aún más de lo que ya lo hacía.
Dentro del onirismo de este director, se encuentra un cataclismo sufrido a lo largo de toda su vida. Así nos plantea cada una de sus películas. Las creencias, la fé y plantearnos la existencia misma. Nos podemos reflejar en muchas de sus creaciones, ya que entretejen teorías muy diversas que nos planteamos en alguna oportunidad. Toda esa construcción está envuelta en catarsis y puro dramatismo que deviene del olvido o el abandono de las personas, las carencias emocionales familiares, la búsqueda de aprobación y las apariencias. Sin soslayar el mensaje más fuerte, que siempre fué en base a la existencia o no de un Dios.
Particularmente siempre me encuentro con la analogía de ‘Persona’, una película que toca el dualismo de las personas y todas sus connotaciones que, por cierto, son muchas y no todas comprendo. Creo que un poco de eso, otro poco de los vínculos familiares y la complejidad con que nos ha forjado en el desempeño como tal, a lo largo de la vida. También una toma de decisiones que pueden tornarse o no cuestionables y la forma en que materializamos ese accionar pasado, o, en tal caso, cómo nos presentamos ante lo adverso.
Es increíble la mente humana teniendo en cuenta la capacidad onírica y de desarrollo para guionar y construir una película. Bergman tenía todo eso y más pero no fué un regalo divino, sino un proceso largo y doloroso. Los diálogos de cada una de sus proyectos fílmicos siempre trajeron a colación la realidad periódica de nuestras vidas, que jamás nos detuvimos a pensar realmente.
Etapas de tránsito entre la vida y la muerte, en qué creer, qué es real y qué no. Sus ideas siempre fueron tan cambiantes al punto de tomar algo y dejarlo, constantemente. Me quedo con una de sus ideas que leí muy recientemente respecto a las creencias.
Definitivamente es algo más que tan sólo generar un compromiso o no con alguna fuerza o ente en que decidamos apoyarnos. Yo nací y fuí bautizado. También tomé la comunión conforme al seguimiento de un componente social y emular las decisiones de mis amigos de aquellos días. Hoy por hoy, escéptico o no, cínico o ateo, elijo regirme por creencias tangibles o al menos comprobables.
Entre tanto eclecticismo, Ingmar planteaba en algun punto de su vida que la única forma de deidad posible, era la que construimos en base a los actos de amor hacia otras personas. También apoyaba el nombre de Dios en el concepto de un espejo, reflejándose en el amor y viceversa. No existía uno sin el otro. Su arquetipo tan ambivalente, hoy, pensaba que la creencia de un Dios basado en fanatismos psicóticos, era errónea. Mañana, quién sabe.
Ojo, esta es la antítesis de un todo, en base a mi humilde subjetividad. Drama, drama, drama.
¿Qué hubiera pasado si Ned Stark no era decapitado?
