«Past Lives» y la paradoja de lo que no fue
Christopher Nolan confesó en una entrevista para la revista Time que Aftersun y Past Lives son sus películas favoritas del último tiempo, de hecho se deshizo en elogios para esta última y la describió como “sutil de una manera hermosa”. Su declaración, más allá de certificarlo como -sad boy oficial-, es un testimonio del valor de la ópera prima de Celine Song como obra cinematográfica y claro, también da en el clavo. Past Lives es una película que se construye a través de sutilezas. Es en la palabra precisa y en los “pequeños momentos”, insignificantes en su individualidad pero significativos en su conjunto, que la tesis de esta aflora y, detrás de su naturalidad y aparente simpleza, los sentimientos más complejos del “ser” humano se expresan. Y eso más allá de convertir esta cinta en algo superlativo, doy fe, también la vuelve hermosa.
Past Lives sigue a Nora (Greta Lee) y Hae Sung (Yoo Tae-o), dos amigos de la infancia que se separan cuando la familia de ella emigra de Corea del Sur a Canadá. Pero décadas después, haciéndole honor a su profunda conexión y estando ambos en distintas etapas de sus vidas, se reencuentran y deben enfrentar juntos el destino, el amor y las decisiones y consecuencias que marcaron sus historias.
Amor contemporáneo
Sé que el fondo es otro pero antes de entrar de lleno en la tesis de Past Lives me quiero detener en Arthur (John Magaro) y en la escena en donde, sintiéndose insuficiente para Nora, comparte sus inseguridades con ella y expresa lo que siente con una claridad que estremece. Porque a ver, en una “historia de amor” arquetípica el tercero en un triángulo amoroso da igual. Pero en esta no, de hecho en ella cada vértice del triángulo importa y empatizas con Arthur a tal punto que es devastador ver cómo se da cuenta que es, literal, el “peor es nada” de la mujer que ama. Esa escena, además de magnífica, es evidencia para afirmar que Past Lives es fácil una de las cintas mejor actuadas, escritas y dirigidas de 2023.
Pocas películas son tan genuinas como esta y eso es en gran parte gracias a la química entre Greta Lee y Teo Yoo. Lo de ellos es una clase magistral de comunicación no verbal. O sea, es tanto lo que dicen con gestos, miradas y silencios que uno sabe lo que sienten sus personajes sin necesidad de que estos mismos lo expresen verbalmente. Cada detalle de las actuaciones del trío protagónico y de la película en sí está lleno de mundanidad verosímil, elemento fundamental para una cinta que habla sobre la condición humana con una mirada tan contemporánea como esta. Past Lives, sin necesidad de arquetipos pomposos y melodrama rimbombante, retrata a la perfección una relación amorosa del siglo XXI. O sea, que Arthur esté jugando en una consola de videojuegos cuando Nora llega de su “cita” con Hae Sung, creo yo, es un detallazo. Niéguenlo, no hay nada más millenial que eso.
Dejar atrás
Nos acostumbramos, al parecer, a hablar del amor y el destino como términos que van de la mano. Pero resulta que a veces hay personas que encuentran al amor de su vida y, por algún u otro motivo, no están destinados a estar juntos. Sí, es triste, pero así es esto. Así es la vida. Cada decisión que tomamos nos hace ser quienes somos, estar en el lugar que estamos y claro, dejar atrás un pasado, un recuerdo, una identidad y una vida. Dejar es parte de la vida y nuestra existencia, como tal, se resume en acumular “vidas pasadas” y forjar nuestro propio destino a costa de decisiones. Aunque luego y diría que por inercia, eso nos empuje a enfrentar el presente con el pasado y lastimarnos con el “¿qué hubiera pasado si…?”.
No existen respuestas “reales” ni “correctas” para esa pregunta. Al igual que no existe la manera de saber de antemano si tomamos la decisión correcta, sobre todo cuando dicha elección se disputa entre la lógica y los sentimientos. La renuncia de “X” para ganar “Y”. Celine Song es consciente de esta realidad y se hace cargo de la paródica verdad detrás de este flagelo con un pulso narrativo que asombra, al ser este recién, su primer largometraje. Uno en donde el triángulo amoroso que pone en pantalla, me atrevería a decir, es solo una excusa para hablar de la vida en su plenitud y los sentimientos y las decisiones que nos forjan, e inevitablemente, también nos dañan.
El debut de la directora y guionista coreano-canadiense es, por así decirlo, un espejo de la vida. Su impacto a nivel visual y narrativo, de hecho, es impresionante. Por algo la película nace de experiencias reales de la directora. O sea, por dar un ejemplo, el regreso a casa de Nora después de dejar a Hae Sung es un momento tan demoledor que dudo ser capaz de olvidarlo. Como sea, Past Lives es una travesía emocional en donde pasado, presente y futuro tienen cita y su relato, uno de emociones desatadas pero contenidas a nivel performativo, sirve como una invitación melancólica a reflexionar sobre la vida. Porque hay que decirlo, mirar el pasado y todo lo que dejaste atrás duele pero ver lo lejos que has llegado, admítelo, también reconforta.
Abrazando paradojas
Past Lives es un ensayo doloroso sobre las relaciones amorosas, y paradójicamente, una hermosa visión sobre la conexión humana. En fin, una película que destroza tu corazón en partes iguales pero al mismo tiempo contiene y entiende a los que alguna vez han amado. Sí, es una contradicción en sí misma pero una de las que se agradecen. Porque el ser humano es una contradicción y este largometraje llega a un punto en que, abrazando esas paradojas, no da más de humanidad. Difícil no terminar trasquilado a nivel emocional después de ver una película que es el fiel reflejo de nuestra mundanidad y cansarse de darle las gracias a Celine Song por ella. Past Lives es una experiencia cinematográfica que estoy seguro, indudablemente, seguirá resonando en mí y en quién tenga el privilegio de verla.
Tiktoker, Podcaster y Periodista en (de)formación.
Adicto a la cultura pop.
