«Las zapatillas rojas»: cuando el amor y la pasión no son suficientes

Basada en clásico del autor Hans Christian Andersen, se convirtió en la primera película que abarcó ampliamente el mundo de la danza. Desde su mayor esplendor y belleza hasta la caída de una estrella, cubierta por un manto de celos, cansancio y duda, donde, el amor y la pasión, pueden llegar a los límites más trágicos.

Un clásico en la gran pantalla

En este drama ambientado en el mundo artístico, una bailarina en ascenso llamada Vicky Page (Moira Shearer) es contratada por el dueño de la compañía de ballet, Boris Lermotov (Anton Walbrook) gracias a la gran influencia de su tía. Allí Julian (Marius Goring), un compositor entusiasta, también es contratado y se le encarga que componga el próximo programa musical de la obra «las zapatillas rojas». A partir de ese momento, la protagonista se enamora y comienza una relación con Julian, sin saber que, a pesar de no demostrarlo, Boris también la ama en secreto. Es entonces cuando la joven deberá elegir entre el amor por su prometido o su prestigiosa carrera como bailarina.

Estética cargada de emoción

En mi opinión, este es uno de los puntos fundamentales para llenarnos de regocijo cuando vemos el filme de Michael Powell y Emeric Pressburger. Desde los escenarios, hasta el vestuario y el maquillaje la cargan de emocionalidad.

Podemos ver una película repleta de color, llena de vida, al igual que los zapatos rojos de la protagonista. Cabe destacar que la restauración de la misma agregó un destello único a esa misma estética que la caracteriza. Por otra parte, cuando pude disfrutar de este ballet, me sentí como si estuviera sentada en una butaca del mismísimo Teatro Colón.

Por supuesto que, aunque el vestuario y maquillaje del ballet de «Las zapatillas rojas» es superior a todos, nos regalan varios cambios de vestuario que enamoran. Tul, volados, zapatillas de diversos colores, todo eso en dos horas de película muy bien caracterizadas. Acá algunos de ellos:

tumblr 6cd948189b1193a6c5a2ac3fa0ee3361 ee06587f 400 1
tumblr feffcc757ef1b88cd7c03094e819b2c7 97e6c553 400 2
a6e4dada15f86868da92b3e3623f42c1 2
image 1
64c982c7ef95eba25d88f8dec3226590
da7140700c041343a405502838bc79fc
tumblr b59b1105995d675e8bdbce0a7be7de76 a59c5110 400 2
image w1280
8e40b4fd6cea15b8b56e9c00e96f25ae 1
6f7915fda9c111eeddeca8f7e0824c82

Amor o pasión, una decisión injusta

Como logré mencionar más arriba en esta reseña, la joven bailarina debe elegir entre dos mundos: el amor por su prometido o su pasión por el ballet.

En este caso se plantea, como tantas veces llegamos a ver en diferentes películas, como hay que abandonar una cosa por otra, sin tener siquiera la oportunidad de conservar ambas. Podemos ver, además, como se mantiene el egoísmo por parte de quién es su esposo, Julian, ya que ella debe acompañarlo a él para seguir su sueño de compositor, mientras que ella obtiene muy pocos papeles dentro de algún ballet ocasional. No hablamos de que un sueño es más o menos importante que el otro, sino que esta presión recae en la protagonista con más fuerza ya que, a per se, convive en un ambiente sumamente hostil, sin tener un hombro en el cual apoyarse. Inclusive el propio director del ballet deposita todas sus expectativas en Vicky, sin referirme únicamente a las artísticas, sino también a las amorosas.

A lo largo de la historia, se va generando un clima de celos por parte de Lermotov, el cual también busca que Vicky no abandone su puesto principal en el ballet y, de cierta forma, que también permanezca a su lado.

Es en este punto llegué a encontrar similitudes con «Moulin Rouge» (2001), en el cual tampoco hay lugar para el amor joven y puro sin que haya consecuencias. En este musical del director Baz Luhrmann, Satine, la estrella del Moulin Rouge, el cabaret más famoso de París, también se encuentra atrapada entre el amor de dos hombres: un joven escritor llamado Christian y el Duque de Monroth, mientras que, al mismo tiempo, busca hacer realidad su sueño de ser actriz, muy lejos de su actual estilo de vida. Dos mujeres que ven truncados sus más profundos deseos por los celos posesivos de dos figuras importantes y un amor lleno de esperanza que se hace pedazos a medida que transcurren los hechos.

Bailarina en y detrás de cámara

Otro detalle no menor que tengo que remarcar es la actuación de Moira Shearer. Nacida el Dunfermline, Escocia, en 1926, nuestra querida actriz que, en este caso, interpretaba a una bailarina con un futuro prometedor, también, para mi sorpresa, lo fue en la vida real. Considerada un prodigio, comenzó sus estudios con un antiguo alumno de Enrico Cecchetti; Tiempo después, en Londres, continuó bailando con Flora Fairbairn, paso tres años con el profesor ruso Nicholas Legat y formó parte del Royal Ballet School. Tras la Segunda Guerra Mundial, volvió a su tierra natal y debutó en el International Ballet de Mona Inglesby en 1941, hasta llegar a formar parte del Teatro Sadler’s Wells en 1942.

Poco tiempo después, se hizo conocida por su protagónico en «Las zapatillas rojas» y, aunque tuvo otras participaciones en el cine como «Los cuentos de Hoffmann» (1951); «Historia de tres amores» (1953) y «Tres rostros para el miedo» (1960), entre otras, su verdadera vocación era el ballet.

En lo que se refiere a su participación dentro de esta última, se puede apreciar la belleza y la delicadeza que se plasma en aquellos recuadros y, cómo sería para menos, si estábamos ante una gran bailarina con las mejores cualidades que demostraba en cada una de sus escenas.

Escenas que erizan la piel

Particularmente me sorprendió la secuencia de baile, con una duración de 15 minutos exactos, la cual tardó aproximadamente seis semanas en ser filmada, ya que posee una hermosa mezcla de todos los tipos de arte. La escenografía, que parece una invención de algún gran pintor, enamora y te saca el aliento en pocos segundos.

Algunas de mis favoritas, debo decir, es el momento en que la pobre desafortunada, quien no puede dejar de bailar debido a sus zapatillas encantadas, va girando hacia lo que parece ser una especie de pasillo con papeles y dibujos coloridos que van cayendo a su alrededor. Pero, la que, a mi parecer, es sumamente sublime, es la escena donde surge el clímax de la historia, donde el vil zapatero encuentra a la joven desesperada por deshacerse de su maldición y, cuando su sufrimiento ya es inaguantable, busca ayuda en una iglesia pero, a pesar de que un cura logra socorrerla, su final termina de la manera más trágica. Es entonces cuando el zapatero toma sus zapatillas rojas y las conserva para encontrar a su próxima víctima fatal y que aquel círculo vicioso vuelva a comenzar.

Algunas secuencias del ballet «Las zapatillas rojas»

Los primeros planos de la espléndida Moira nos muestran su agotamiento y su dolor con cada expresión de su cara y en cada movimiento de dicha danza, logrando, como resultado, una interpretación impecable de la dulce y delicada Vicky Page, quien, al igual que en el cuento, se convierte en una mujer infeliz y prisionera de sus propias elecciones.

Atrás no queda el espléndido trabajo de quién es el director de dicho ballet, el actor Anton Walbrook, quien encarna a un egoísta pero sensible enamorado de la bella Vicky Page, donde intenta mostrarse frío y distante para con la joven aspirante, tratando de siempre priorizar su trabajo y el funcionamiento excepcional de este cuerpo de bailarines repletos de talento. Siempre manteniendo su elegante y sobria presencia ante los demás, intentando esconder sus emociones, en lo que fracasa estrepitosamente.

MV5BMDk1ZTM1Y2ItOWEzZS00Njk0LTk5ZDItYmMyNGE5N2EzMTA0XkEyXkFqcGdeQXVyMzI4Nzk0NjY@. V1
Moira Shearer y Anton Walbrook en «The red shoes» (1948)

La magia del arte y su eterno brillo

En conclusión, me topé con una película cargada de sensibilidad, belleza artística (todos los que realicen alguna disciplina de este estilo, entenderán ese sentimiento); también nos demuestra el duro y exigente mundo del ballet clásico y el sacrificio que el mismo implica, inclusive, para lo que al amor se refiere, donde los celos, el autoritarismo y la manipulación dejan sus cenizas.

Por otro lado, ¿quién no ha dado todo de sí para conseguir un objetivo sabiendo que habría sacrificios en el camino?. Una mezcla de alegría, un poco de indignación y hasta tristeza pasaron a través de mí cuando pude disfrutar de este filme, ya que cada intérprete logra que te sientas dentro de cada momento, cada paso y cada sentimiento, que atraviesan el cuerpo como una ráfaga. Al fin y al cabo, si lo pensamos bien, ¿qué es el arte más que la expresión de nuestros deseos y anhelos, cargados de emocionalidad, donde dejamos todo de nosotros mismos?. Eso es, queridos lectores, la mismísima magia del arte en cada uno de nosotros y nuestro deber es muy simple: que jamás pierda su brillo.

A continuación, podrán encontrar la película «The red shoes» completa en YouTube:

Close