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Barfly: el hombre viviendo a través de sus placeres

Barfly (conocida como El Borracho o Mariposas de la noche), es una película estrenada en 1987, dirigida por Barbet Schroeder y escrita por Charles Bukowski. El escritor, quien siempre presume de autobiográfico, también lo será en gran parte de esta cinta. O al menos eso aparenta.

Filosofía de bar

Barfly, como se puede presuponer por su nombre, involucrará un bar y la presencia recurrente del personaje en su interior. El protagonista es una “mosca de bar”, concepto muy mencionado en la cinta, apodo para un sujeto que, debido a su afición por las bebidas, siempre se la pasa aleando por los bares.

La película nos presenta a Henry Chinaski (también personaje ficticio protagonistas de varias obras de Bukowski), alter ego del escritor, e interpretado por Mickey Rourke. Hablamos de un tipo que pasa sus horas bebiendo y participando de alguna que otra pelea, consiguiendo en estos combates sin riegos adrenalina y escasos dólares para subsistir (también algún moretón). Su misión en esta vida parece ser justamente esa, vivir subsistiendo mientras hace lo que le gusta: escribir. En ese cúmulo de horas en el bar conoce a Wanda (Faye Dunaway), una mujer tan alcohólica como él, y ese amor se verá triangulado por la aparición de una editora de case alta, quien desea publicar algunos escritos de Henry.

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Henry bebiendo antes de iniciar una pelea

Chinaski y la necesidad de vivir como quiere vivir

Extrayendo el prototipo del personaje en cuestión, estamos en frente de un vago, como algunos lo tildan en la película; un vagabundo, como el mismo se define; o de un tipo que la vive como quiere. Él sabe que la importancia de la vida no radica en trabajar, y su única posibilidad de transformarse en un trabajador constante será si logra monetizar sus escritos. Al fin y al cabo, él persigue sus sueños, se encarga de enviar su material a las editoriales. La profundidad y sensibilidad de Henry se ve en esas narraciones que compone, rasgos de su personalidad que son ajenos a los personajes con quienes frecuenta su cotidianidad (cantinero, otros clientes del bar o algún vecino).

Lo importante y destacable, es que él elige ser así, prácticamente albergarse en un bar y ver cómo ir satisfaciendo sus necesidades básicas. No quiere limosnas, incluso después de una pelea en la que enfrenta al cantinero (Frank Stallone), un apostador quien ganó billetes por el triunfo de Chinaski, opta por darle una recompensa, y Henry no quiere aceptar. Dejando bien en claro que no es ningún necesitado.

Él se reconoce así mismo como un tipo pudiente, autosuficiente, un individuo igual al resto, con la única diferencia que en su cajón de prioridades destacan aquellas que lo hacen feliz. Prefiere no hacer nada y estar satisfecho que aparentar ser alguien que no es para encajar en la sociedad.

Incluso, deja en evidencia que la plata es tan solo una cosa pasajera. En el momento de buenas andanzas (cuando cobra un cheque por un escrito) no tiene inconvenientes en pagarles dos, tres, cuatro o cientos de rondas a todos los (des)conocidos del bar.  ¡Y las paga!

Mientras llena los renglones de las hojas durante su estado de creatividad, sus borracheras constantes suceden sin molestar a terceros (porque las peleas con el cantinero parecen ser un número costumbrista para ambas partes).

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Henry iniciando una pelea después de beber

Barfly presenta esa línea conceptual y te lleva a pensar en por qué un hombre tiene que ser juzgado de  “dejado” por el simple hecho de hacer lo que le gusta y apostar sus energías a lo único que le interesa.  Es un hombre que vive y deja vivir.

La película presenta el transitar de este personaje que, a pesar de una aparatosa actuación de Rourke, termina siendo querible y, válgame la obviedad, con un fuerte guion volcado a lo literario.

El corazón autobiográfico de Bukowski late constantemente a lo largo de todo el film, pero se acelera en esencia cuando Henry es interpelado por la editora, una mujer de clase alta, quien se siente afligida, pasando un momento de desamparo emocional, y cree que su interlocutor ningunea su situación. Henry responde, diciendo más o menos, que él desconoce el sufrimiento de los ricos y solo escribe sobre el sufrir de los pobres porque es lo que transita en carne propia. 

Por último…

Barfly está rastreable en Youtube. Si bien la calidad no es buena, la belleza del guion se puede apreciar de igual manera. Los invito a conocer (o rever) las peculiares locuras de Henry Chinaski, que a decir verdad interpreta bastante bien la realidad.

-Algunas personas nunca enloquecen. ¡Qué vidas tan horribles viven!

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