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Algo está pasando con el cine chileno

La Academia de Cine de Chile eligió a Los Colonos para representar al país en los Premios Óscar 2024, y si bien la película cuenta con logros como haber sido ovacionada en el Festival de Cannes en la categoría “Un certain regard”, la elección no fue fácil. La Memoria Infinita de Maite Alberdi y El Conde de Pablo Larraín también figuraban como favoritas y ambas eran precedidas por el prestigio de sus directores, además del amparo de MTV Documentary Films y Netflix. ¿Cómo el cine nacional alcanzó este nivel y visibilidad? ¿Cuáles son las causas detrás de este buen momento?

Por Joaquín García, Rafael González y Adolfo Villalobos.

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El Conde (2023), La Memoria Infinita (2023) y Los Colonos (2023)

“El cine chileno está en su peak”, dice Tomás Gómez (19) mientras se suceden los créditos del último documental de Maite Alberdi en una función abarrotada del Cine Arte Normandie, uno de los tantos visionados que convirtieron a La Memoria infinita en el documental más visto en la historia del cine nacional. Diego Donoso (19), su amigo y quien lo acompaña, ambos estudiantes de Periodismo de la Universidad de Chile, le dice que exagera pero sí asegura que Alberdi es la mejor directora que hay en Chile. “¿Y dónde dejai´ a Claudia Huaquimilla?”, responde Tomás, refiriéndose a la realizadora de cintas como Mala junta y Mis hermanos sueñan despiertos.

Las causas detrás del auge del cine chileno son varias. Según datos recabados por CinemaChile, los filmes chilenos han alcanzado 103 premios internacionales entre enero y junio de 2023, un 128% más que en 2022 durante el mismo período. Por un lado, cada vez hay más espacio para coproducciones y la posibilidad de acceder a fondos nacionales e internacionales -tanto de privados como de organizaciones o festivales de cine-, lo que permite diversificar las temáticas y dotar de madurez a nuestra incipiente industria. Adicionalmente, los éxitos particulares de cineastas y estudios en instancias internacionales han puesto los ojos del mundo en Chile. En fin, hay talento y prensa.

Tomás y Diego abandonan la sala y se topan de frente con el poster de La Memoria Infinita. “Capaz que vaya por el Óscar”, dice Diego. “¡Y eso que no habla de Pinochet!”, responde su amigo. Hace algunos años el cine no era un rasgo distintivo de Chile, de hecho, cuando se tenía referencias de él en el mundo era por otras razones. “Desde Pinochet hasta los 33 mineros”, señala el periodista, docente y crítico de cine, Pablo Marin. Según él, muchas de las concepciones sobre Chile en el extranjero se han derrumbado gracias a su cine.

“A partir de la primera década del nuevo siglo el país empezó a tener una presencia en circuitos internacionales que, para 2013, ya era evidencia que refrendaba la afirmación de que algo estaba pasando con el cine chileno”, afirma.

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Detrás de cámaras de Spencer (2021) y The Wonder (2022), y el póster de In The Stars

Durante la última década el cine chileno ha vivido un proceso de internacionalización en el que nombres como Pablo Larraín, Sebastian Lelio, Maite Alberdi, Claudia Huaquimilla y productoras como Fábula, Punkrobot, CinemaChile y Micromundo Films, entre otras, tuvieron un papel clave. Además del boom por el cine latinoamericano y el interés de los mercados europeos en él. Y si bien en Chile aún no existe una industria cinematográfica como tal, los equipos de trabajo han cosechado éxitos que van más allá de nuestras fronteras.

Por dar ejemplos; Pablo Larraín ha filmado dos dramas biográficos en Estados Unidos, Punkrobot desarrolló un corto animado de Star Wars, Cristóbal León y Joaquín Cociña animaron una secuencia de Beau is afraid y Sebastián Lelio hizo The Wonder para Netflix. Y eso sin contar la presencia de actores, actrices y otros artistas nacionales en producciones extranjeras. Pero este proceso de internacionalización tiene un origen y se cimenta en premiaciones.

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No (2012)

Premios Óscar y el No

Fue en 2013 cuando Chile consiguió un hito en su industria cinematográfica: La película No de Pablo Larraín consiguió la primera nominación de una producción nacional en la categoría “Mejor película internacional” en los Premios de la Academia (Óscar). Si bien algunas personalidades de la industria habían conseguido nominaciones antes de 2013, como el director de cine Miguel Littin en 1975 y 1982, o el director hispano-chileno Alejandro Amenabar quien resultó victorioso con Mar adentro en 2004, ninguna producción chilena hasta No había conseguido tal nominación, y eso fue solo el comienzo.

¿Marcó esta nominación un antes y un después? Leonardo Torres, administrador de la Sala Insomnia Alternativa de Cine, lo niega. “No creo que haya un antes y un después por el No de Pablo Larraín. Creo que Raúl Ruiz es uno de los grandes internacionalizados del cine chileno y siento que hay un antes y un después del cine nacional por y gracias a Raúl Ruiz”, dice Leonardo. Pablo Marín, en cambio, concuerda en que si bien fue un momento significativo para Chile el caso tiene más relación con Fábula, la productora detrás de la película y fundada por los hermanos Pablo y Juan de Dios Larraín. “Uno como periodista siempre está pensando en el momento decisivo que separa la nueva y la antigua historia, no sé si será ese, pero sin duda la nominación de No fue un momento importante”, agrega.

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Gabriel Osorio y Patricio Escala aceptan el Óscar a «Mejor Cortometraje Animado» por Historia de un oso
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Sebastian Lelio acepta el Óscar a «Mejor Película Extranjera» por Una mujer fantástica

En 2016 llegaría el primer premio de la Academia para Chile por el cortometraje animado Historia de un oso del director Gabriel Osorio. Al año siguiente, como una suerte de bicampeonato, Chile consiguió la estatuilla a “Mejor película internacional” gracias a la cinta Una mujer fantástica de Sebastián Lelio. Estas dos últimas producciones son, hasta la fecha, las únicas ganadoras. Sin embargo, también es importante considerar las nominaciones de El agente topo en 2020, de la realizadora Maite Alberdi a “Mejor largometraje documental”, y el cortometraje animado Bestia del director Hugo Covarrubias en 2021.

Lo anterior nos deja el siguiente dato: En un periodo de 10 años a contar de 2013, cinco producciones nacionales han sido nominadas con dos de ellas saliendo victoriosas de sus respectivas categorías. Algo pasa con el cine chileno, algo que no se había dado durante el siglo XX porque al tomar como referencia a los Premios Óscar, probablemente la competencia cinematográfica con más visibilidad a nivel internacional, nos damos cuenta de que estas cinco nominaciones chilenas en una década marcan un precedente nunca antes visto para nuestra industria.

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Directorio de la Academia de Cine de Chile

Academia para nominaciones

En 2018 se fundó un organismo decisivo para la promoción de las artes cinematográficas: La Academia de Cine de Chile. Organismo cuya labor, además de organizar la entrega de premios de la cinematografía local, es determinar qué películas representarán a Chile en los Premios Óscar, Goya y Ariel. Profesionalizando de esta manera la manera de promover las cintas nacionales y democratizando la elección de las mismas para los festivales, dado que su importancia radica en mejorar la capacidad de organización dentro de la disciplina e institucionalizar los procesos.

Desde entonces, ha sido la academia la encargada de elegir las cintas representantes por Chile en premiaciones internacionales. Las nóminas han sido particularmente competitivas, en 2022 fueron inscritos 14 largometrajes con Blanquita de Fernando Guzzoni como ganadora para el Óscar y 1976 de Manuela Martelli para los Goya. En 2023 la competencia fue rivalizante con 5 nominadas (El Conde, Los Colonos, El Vacío, La Memoria Infinita y Punto de encuentro) y los nombres de dos veteranos dentro de la industria: Pablo Larraín y Maite Alberdi. Finalmente, La Memoria Infinita de Alberdi y Los Colonos de Felipe Galvez fueron las elegidas para representar a Chile en los premios Goya y Óscar respectivamente.

La Academia de Cine de Chile informó que un 70% de sus miembros (350 en total) votó por la película para el Goya y un 67% por el Óscar, una convocatoria histórica dentro de la institución. Considerando estos antecedentes, es un hecho que el prestigio del cine chileno se ha incrementado durante el último tiempo. No es un suceso menor que este año se haya dado una instancia de reñida competencia para elegir a las representantes, a diferencia de instancias anteriores donde no es común encontrarse con tantas cintas con este nivel de calidad. Películas que, eventualmente, podrían conseguir ser nominadas.

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Stefan v/s Kramer (2012), Ondamedia y Sin Filtro (2016)

Taquilla nacional

El gran momento que vive el cine nacional no solo se refleja en las nominaciones conseguidas sino que también en la cantidad de personas que está movilizando. Por ejemplo Ondamedia, la plataforma de streaming del Estado, logró cifras récord de visualizaciones en 2020 consiguiendo seis veces las del año anterior, logrando un total de 2.254.376 visualizaciones en todo el año de acuerdo a cifras del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Existe la idea de que los chilenos no consumen su cine, imaginario que queda obsoleto cuando producciones nacionales como La Memoria Infinita desplazan a colosos hollywoodenses como Barbie y Oppenheimer en la taquilla. El documental de Maite Alberdi debutó en salas nacionales posicionándose en el número uno de las preferencias diarias del público, reuniendo a más de 6.000 espectadores en su primer día en cartelera de acuerdo a cifras de la distribuidora Market Chile.

Cabe destacar además que cuatro de las siete películas chilenas más taquilleras fueron estrenadas la década pasada. En primer lugar tenemos a Stefan v/s Kramer (2012) con 2.070.465 espectadores, Sin Filtro (2016) con 1.290.926, Ciudadano Kramer (2013) con 933.662 y No Estoy Loca (2018) con 592.872, dando cuenta del interés del público por obras hechas en casa.  

¿Chile consume su cine? ¿El éxito crítico ha sido acompañado de éxito comercial? Nicolás J. Vogt opina que sí. Para Vogt, el pilar donde recae el creciente consumo cinematográfico nacional son los cada vez más numerosos espacios de exhibición para sus producciones. Destaca que entre más versatilidad exista en estos espacios, mayor será la oferta cultural para el espectador, lo que posibilitará una mayor curiosidad ante los estrenos nacionales.

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Afiche lanzamiento 30FICValdivia

“En el apartado festivalero, la curatoría de certámenes como FICValdivia, FICViña o FIDOCS han ayudado a visibilizar tanto óperas primas como retrospectivas a distintos cineastas nacionales. En paralelo, han surgido espacios de carácter especializado como el In-Edit, enfocado en documentales sobre música; FEMCINE, enfocado en cineastas mujeres, feminismo y temáticas de género e identidad; o FICWallmapu, que resalta el arte indígena”, comenta el crítico.

Pablo Marín es más receloso con estas afirmaciones, apuntando al reducido tiempo en cartelera de producciones nacionales a la hora de competir con los blockbusters hollywoodenses. “Esto es algo que se ha repetido durante mucho tiempo y que no tiene sentido, al menos para algún tipo de cine. No hay una correspondencia entre el reconocimiento a las películas chilenas durante las décadas pasadas en relación a lo que se vio en las salas”.

“Si no tienes un buen respaldo local es difícil que la producción se pueda sostener. Yo creo que eso no ha variado para mejor en el último tiempo. Sin embargo, ha habido películas chilenas de género que han encontrado su lugar en las salas, pocas y espaciadas, mucho menos habituales de lo que uno aspiraría para sostener un fenómeno, pero han habido y pueden volver a suceder”, afirma el periodista.

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Pablo Larraín en el Festival de Venecia 2023

Lo que nos falta es un Messi

“Igual da gusto ver una sala de cine llena por una película chilena. Ojalá fuera así siempre”, dice Tomás camino a la estación de metro Parque Almagro. Él y Diego abandonan el Cine Arte Normandie y reflexionan con esperanza sobre el futuro del cine chileno. Misma reflexión que hace el periodista Nicolás J. Vogt. Según él, este es el mejor momento del cine nacional. Pero no su peak. “Y eso es lo mejor: ¡aún se puede más!”, agrega.

Cuando Una mujer fantástica ganó el Óscar y fue un caso patente de un triunfo internacional, surgió la duda en el circuito crítico chileno si este éxito permitiría hablar de una consolidación o abriría las puertas para otras producciones locales. En retrospectiva sí, pero Pablo Marín pone paños fríos: “Una vez entrevisté a Alejandro Fernandez (director) y en un momento dijo, haciendo una metáfora futbolística, que faltaba un Alexis Sanchez del cine chileno. Después en otra entrevista le comenté a Ascanio Cavallo (periodista ) esta metáfora y el me respondió que tenemos varios Alexis, lo que nos falta es un Messi”.

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